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Valeria Henríquez, la sincelejana que personifica a «La Cacica» Consuelo Araújo

 

Valeria Henríquez, actriz que encarna en su juventud al personaje de La Cacica en su juventud, tiene 23 años, creció en Sincelejo y ganarse el protagónico para interpretar a Consuelo Araújo Noguera es el logro más grande que ha obtenido esta artista en toda su carrera a pesar de su corta edad.

Nació en Bogotá un 4 de febrero de 1994, y cuando tenía un mes de nacida su familia se trasladó a Sincelejo, así que de la fría nevera como es conocida la capital del país, no conoció mucho, la vino a conocer tiempo después, cuando cumplió los 18 años y quiso venir a pasar una temporada  para cumplir uno de sus sueños: estudiar teatro musical.

En cuanto al amor por la actuación, la sincelejana después de estudiar música con profesores personalizados en su casa, y de cursar esa carrera  en la Universidad del Norte de Barranquilla, se dio cuenta que algo le faltaba en su vida, así que viajó a Bogotá para integrar las cuatro disciplinas que aprendió, el canto, la música, el baile y la actuación.

A Valeria le encanta la yuca, el ñame, el suero, la arepa de huevo y toda la comida costeña que se le atraviese, le gusta el folclor costeño y lo disfruta, su cantante favorito es Silvestre Dangond, y como una adolescente enamorada lo vio un día en su colegio femenino  y fue amor a primera vista. “Silvestre es mi cantante favorito de vallenato,  no tengo nada que  hacer,  me fascina su música, él fue a mí colegio en el 2005, cuando era gordito, nunca se me va a olvidar la camiseta verde que tenía puesta, ni mucho menos sus canciones, el día que lo conozca será un honor para mí”, comentó Valeria entre risas.

El reto de interpretar a La Cacica

Henríquez comentó que el reto más difícil para encarnar a Consuelo Araújo Noguera fue su forma de ser “Encarnar a una mujer que tiene un temperamento distinto al mío, fue algo complicado para mí, porque soy lo contrario de ella, creo que ese fue el mayor reto de la actuación, ocultar mi naturalidad”.  A Valeria también le tocó enfrentar otro reto, pera está vez no con la actuación sino con los insectos.

¿Por qué empezó haciendo teatro musical?

Mi sueño desde chiquita era ser cantante. Cuando estudié música con énfasis en canto en la Universidad del Norte de Barranquilla, durante un año, me di cuenta de que también quería aprender de otras ramas del arte. Viajé a Bogotá para estudiar teatro musical en Misi, así no dejaba la música a un lado y al mismo tiempo aprendía otras disciplinas. No terminé por cuestiones económicas, hice el musical Dorothy y el anillo de la imaginación, conocí a mi mánager, presente casting y llegué a La Cacica.

¿Aún quiere ser cantante?

Sí, estoy trabajando en mi música con un productor. No ha sido fácil para mí porque siempre he sido cantante, pero jamás compositora. Estoy empezando a explorar ese lado de mí.

Tuvo suerte y consiguió su primer papel en televisión rápido.

Eso es estar en el lugar y el momento correctos y con la gente correcta. Pienso que Dios tiene claro qué quiere hacer con uno, cuál es nuestra misión, y nosotros debemos dejarnos llevar por su voluntad. Mi único sueño era ser cantante, pero no sabía para qué me quería Dios realmente, entonces puse todo en sus manos y decidió lo mejor para mí.

¿Cómo fue el “casting” para llegar a “La Cacica”?

Fue arduo, porque se presentó mucha gente y eran personas muy buenas. Además tenían que parecerse al personaje grande y el pequeño, para mostrar dos etapas de Consuelo Araújo. La empatía actoral entre quienes perteneceríamos a su familia fue muy importante. Fue un casting denso, que se demoró dos meses, pero fue delicioso. Yo me lo gocé.

Una vez consiguió su primer papel, ¿cómo se preparó?

Investigué bastante sobre Consuelo Araújo, sobre todo con mi papá, que es un historiador frustrado y sabe de todo. Gracias a él pude conocer muchas cosas de la Cacica y gozármelo, porque él me pega la emoción de saber sobre los personajes importantes de nuestra historia. También hablando con la familia Araújo, con María Lourdes Castro —que en la novela está representada como María Lourdes Socarrás, quien fue clave para mi preparación— y con personas que la conocieron.

¿Qué le pareció su primera experiencia grabando?

Fue pesada, por el clima en el que rodamos, pero la jornada era deliciosa, el equipo muy profesional, y con ellos aprendí mucho. Eran jornadas largas, casi de sol a sol, pero cuando uno toma un reto así hay que coger el toro por los cachos y gozársela.

¿Cuál es el sello que le va a dar a su carrera de ahora en adelante?

Siempre lo he dicho desde que empecé a estudiar actuación: me encantan los actores naturales; no una persona que no haya estudiado, sino alguien en quien puedes ver sinceridad, que de verdad está triste o enamorado sin necesidad de ser una caricatura. Eso es lo que más valoro en un actor, algo en lo que me voy a exigir mucho para ser lo más natural posible.

¿Qué proyectos tiene?

Estoy haciendo mi música. Es un tema largo de paciencia, amor y trabajo. Con la ayuda de Dios lanzaré el otro año mi primer sencillo y estoy trabajando en una empresa. Pinto madera, me fascina, me parece que es una terapia desestresante que te hace olvidar de todo y te permite hacer algo con tus manos, que son algo tan importante. Quiero una empresa de decoración para el hogar hecha a mano con todo tipo de madera.

¿Quién le enseñó a pintar madera?

Lo aprendí en el colegio. Dejé de hacerlo, lo retomé en Barranquilla, volví a dejarlo y hace como un año en Bogotá pinté nuevamente. Es lo máximo. Es como cuando una persona se pierde leyendo un libro o tocando un instrumento. Yo me pierdo pintando madera. Hago de todo y en todo tipo de madera: pino, country, madera procesada.

Por: Kien y Ke – El Espectador – 15 minutos

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