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La sincelejana que trabaja en las embarcaciones de todo el mundo

 

Conocer presidentes y reconocidos cantantes. Largas y extenuantes jornadas de trabajo, que se convierten en ‘jugosas’ propinas. Oportunidad de ahorrar y comprar vivienda propia. Extensos recorridos por países como Alemania, Francia, Italia y Las Bahamas, entre otros.

De esta manera describe Karen González su trabajo, una sincelejana de 31 años que se ha desempeñado como azafata de yates de lujo desde hace cuatro años en diferentes partes del mundo.

 

«La azafata (de yates) se encarga de atender a los invitados, limpiar sus cabinas, decorar para sus comidas a bordo, bebidas, lavado y cuidado de la ropa, limpieza del interior del barco, detallar todo a un nivel Dios (de lujo) imposible», explica González.

«Mejor dicho, todo siempre está impecable, como si nadie lo usara», agrega la joven, oriunda de Sincelejo (Sucre, Colombia).

González está radicada en Estados Unidos desde hace nueve años. Estudió Marketing y Negocios en la Universidad Sergio Arboleda de Santa Marta y su pasión siempre han sido los negocios. «Tuve una línea de vestidos de baño cuando vivía en Colombia e hice una línea de accesorios para el cabello; en fin, siempre he querido ser mi propia jefa», relata.

Sin embargo, conseguir un trabajo estable no fue sencillo. Se graduó de la universidad y al instante decidió emigrar a Estados Unidos para desempeñarse como ‘au pair’, una persona que ayuda a familias a cuidar de los niños.

Dice que también trabajó «limpiando casas y perros, pintando estaciones de gasolina, siendo asistente personal, recepcionista, manejando Uber, lo que cayera».

Cuando trabajaba como recepcionista en una barbería, hace un par de años, logró conocer a personas que trabajaban en la industria de los yates y fue allí cuando se logró vincular. «Estuve como recepcionista de una barbería prestigiosa de Fort Lauderdale (Florida, Estados Unidos) y el 80 por ciento de los clientes estaban relacionados con la industria, tanto dueños como los que trabajan en yates. Un día uno de los clientes me empezó a contar de su vida y me pareció diferente, yo ya estaba aburrida de los horarios de oficina y de vivir de cada cheque que me entraba; cero ahorros, cero viajes, pura monotonía. Hasta que me decidí a entrar y fue lo mejor que pude haber hecho», recuerda.

En su trabajo como azafata ha atendido a políticos, «también pude ver a DJ Pauly D, una personalidad de la televisión estadounidense; y a Marc Anthony, en su barco, que estaba al lado del mío», afirma.

Gracias a este trabajo, reflexiona Karen, ha tenido la posibilidad de viajar a lugares que nunca antes se imaginaba conocer. Alemania, Francia España, Portugal, Italia, Reino Unido, Maldivas, Sri Lanka, la Costa este de Estados Unidos, Las Bahamas y las Islas del Caribe, entre otros, hacen parte de su bitácora de viajes.

«En 2018 comencé a trabajar en yates en Estados Unidos. Mi primer salario fueron, que generalmente es el básico, 3.000 dólares y en propinas alcancé los 9.000 dólares. Alquilaron el barco tres semanas diferentes grupos de gente y en promedio cada grupo dejó 3.000 dólares. De hecho, uno de estos nos invitó (a la tripulación) a almorzar a un restaurante muy fino en Las Bahamas. Cuando terminó el viaje, me repartieron un sobre con la propina y pensaba que nos la íbamos a repartir entre otros, pero no, era para cada uno», recuerda González con sorpresa.

Durante sus casi cinco años en este trabajo, Karen ya logró comprar su primer apartamento, tiene la oportunidad de ahorrar casi todo su sueldo, tiene seguro médico y cuenta con 42 días de vacaciones al año. «Hice 12.000 dólares en un mes haciendo chárter, es decir, cuando gente alquila el barco», señala, refiriéndose a que se trata del mejor salario que ha podido lograr hasta el momento.

Pero no todo es color de rosas. La azafata explica que este trabajo es demandante, las jornadas se pueden extender por meses sin oportunidad de descanso.

«Es pesado, es duro. Hay días que puedes trabajar hasta 15 horas continúas. En una ocasión me pasó que estuve dos meses trabajando todos los días, sin un día libre. Estaba anclada en el medio del mar, porque nos dio covid-19 en el barco. No podíamos salir y estuvimos allí, en el sur de Francia, por casi dos meses sin un día libre. Mentalmente es un desafío vivir en donde trabajas, pero vale totalmente la pena», afirma.

Y agrega: «Ojalá más gente supiera de las oportunidades que hay en el extranjero y se den la oportunidad de hacer plata y comprar lo que quieran. Es un trabajo que te deja ahorrar tu sueldo, porque vives en el barco, comes allí y, generalmente, puedes conocer muchos lugares increíbles».

Karen González explica que hay que tener en cuenta la bandera del barco o el yate, es decir, el país en donde fue registrado. 

«Por ejemplo, los barcos que tienen bandera americana solamente pueden trabajar estadounidenses, residentes y quienes tienen la Green Card. Pero, los barcos que son de otra bandera como por ejemplo Europa, el resto de gente sí puede trabajar. A nosotros los colombianos no nos piden la Schengen para trabajar en el viejo continente. De hecho, ahorita mismo tengo muchas amigas que están trabajando haciendo temporadas en Europa», explica.

Eso sí, recomienda que es «importante hacer el curso de azafata de yates, que se puede realizar en varias partes, como Bogotá, Santa Marta, Barranquilla y también en Estados Unidos. Pero es más económico adelantarlo en Colombia. «Quisiera que los colombianos se enterarán que estos trabajos existen y que en el extranjero brindan muchas oportunidades para salir adelante», finaliza su relato.

CAMILO PEÑA CASTAÑEDA
El Tiempo

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